Comida para orugas de esfinge de la vid

Si leíste la ficha sobre la esfinge de la vid (Eumorpha analis), habrás visto que dice que sus orugas comen hojas de plantas de la familia de la parra (vitáceas). Como las parras o vides «de uva» no son originarias de esta zona, el alimento original de estas orugas debieron ser las plantas vitáceas nativas, que también son enredaderas con zarcillos. Otras vitáceas que se encuentran en esta región son enredaderas ornamentales que fueron traídas de afuera.

Debajo presento las vitáceas que tenemos a mano en la región del Río de la Plata, tanto nativas como exóticas.

El club de la hoja de parra

Las esfinges de la región que cuando orugas tienen esta misma dieta son:

• Eumorpha analis
• Eumorpha vitis
• Eumorpha labruscae
• Enyo ocypete

En la antigüedad, la gente que vivía en Cercano Oriente y en la región occidental del Mediterráneo domesticó la variedad silvestre de la parra común, Vitis vinifera subsp. sylvestris. De las parras mediterráneas adoptadas por los humanos surgieron muchos de los tipos de uva que conocemos y cultivamos. Estas parras cultivadas, que científicamente se llaman Vitis vinifera subsp. vinifera, fueron traídas a las Américas por sucesivas oleadas de inmigrantes.

Las parras de uva chinche, que también se cultivan en esta región y a veces se usan para hacer vino, son de otra especie: Vitis labrusca, que proviene de América del Norte. Tampoco descarto que en esta región existan parras que sean cruza de V. labrusca con otras especies.

Lógicamente, la comida original de las orugas de las esfinges de la vid son plantas vitáceas nativas, pero las hojas de parra también les resultan ricas.

Es muy común en los jardines de esta región, donde tapiza paredes y columnas. En otoño sus hojas se vuelven rojas o purpúreas antes de caer, con gran efecto visual. Los tallos tienen zarcillos con ventosas que se agarran con fuerza a las superficies más o menos ásperas, permitiendo que la planta trepe. En otoño da unos frutos que al madurar, en invierno, parecen uvitas violetas y permanecen sostenidos por unos cabitos colorados; los pájaros suelen comerlos.

En la región se cultiva también (aunque diría que menos) la especie Parthenocissus quinquefolia, de Norteamérica, que tiene hojas divididas en 5 folíolos. En el resto de las características se parece mucho a su prima P. tricuspidata: sus hojas se ponen rojas en otoño, tiene zarcillos terminados en ventosas y da unas uvitas violetas sostenidas por cabitos colorados.

Estas son tres especies de vides silvestres que seguramente servían de comida a las orugas de esfinge de la vid antes de que la gente trajera otras plantas vitáceas desde otras regiones. Dan unas uvitas que no son comestibles porque contienen cristales de oxalato de calcio que cusan mucha incomodidad al masticarlas (de donde les viene el apodo de «uva del diablo»). A pesar de esto, son plantas muy apreciadas en el resto del mundo, especialmente Cissus verticillata y Cissus striata.

Cissus verticillata, la «cortina del cielo» es capaz de producir una verdadera cortina de raíces colgantes —a veces de color rojo— que causa admiración; en Asia se la cultiva mucho en pérgolas por este motivo. Cissus striata también se usa como planta ornamental.

Finalmente, te dejo un link a una entrada del blog Verdechaco que habla de las tres especies y tiene más fotos e info de todas.

Son algunas especies de Cissus traídas de otras regiones, que acá se cultivan como plantas ornamentales, tanto de exterior como de interior. Muy común en cultivo por donde yo vivo es Cissus alata, que se vende como planta de interior; también puede encontrarse en cultivo Cissus javana, y Cissus antarctica es más rara de ver.

Cissus alata (= Cissus rhombifolia) es una planta americana que se distribuye naturalmente desde México hasta Bolivia; Cissus javana (= Cissus discolor) es asiática, y Cissus antarctica es originaria de Australia.

Las plantas de Cissus javana que se venden para adorno tienen hojas variegadas, lo que hace que parezcan begonias trepadoras más que vides.